Breve Reseña

Una historia que tiene como protagonistas a Charlotte Copperfield y a Edmund Cooper que comparten un sentimiento mutuo, el odio. Ambos se enfrentarán a una serie de situaciones que solo podrán resolver juntos. ¿Podrán aceptar sus diferencias y sus rivalidades?

jueves, 10 de junio de 2010

Capítulo 2: Castigo Parte III

Las primeras horas pasaron rápida y tranquilamente. A la hora del almuerzo nuestra mesa estaba más llena que nunca, ya que por su “reconciliación” Paul se sentó con nosotros, Daniel, al no estar enfermo también (el lunes no había almorzado en la escuela ya que a esa hora fue al médico), y Ryan me quiso acompañar, al igual que Peter a Alison y a Alex.

-Y, ¿Cómo ha estado el castigo? –me preguntó Ryan.

-¡Shh! Baja la voz. –lo callé susurrando. -¿Cómo te has enterado?

-Bueno, el viernes pasado mi viejo Chevrolet estaba en reparación y Ed se ofreció a llevarme. Lo estaba esperando en su camioneta y como se tardó en lo que tú ya sabes qué pasó, me contó. –murmuró tan bajo para que yo sola escuchara, lo cual agradecí en mi interior. Suspiré.

-A si que, ¿Te estás volviendo una chica rebelde? –se burló y yo le pisé el pie izquierdo debajo de la mesa.

-Claro que no idiota. –dije un poco molesta. Me miró algo sentido por el insulto, le sonreí angelicalmente.

-Cambiemos de tema, ¿Cómo está el equipo?

-Muy bien, si seguimos así, llegaremos pronto a las regionales. –dijo muy pagado de sí mismo.

-Qué bueno, avísame cuando será el próximo partido para…-y lo vi entrando a la cafetería con ese aire de artista de cine y de superioridad que tenía. El taco que tenía en mi mano no aguantó la presión que erguí en su contra y quedó machucado.

-¿Qué pasó? –preguntó siguiendo mi mirada. –Ah, ya veo. ¿Tanto lo detestas?

-Sí. –dije ahora limpiándome la mano con una servilleta bruscamente.

-Qué raro. –exclamó Alex.

-¿Qué pasó? –preguntó Abbie.

-Edmund Cooper se está acercando a nuestra mesa. –mis ojos no pudieron abrirse más del asombro. Cada partícula de mi cuerpo se tensaba.

-¿Qué hay Ryan? –Lo saludó haciendo un choque de manos. –Chicos dijo saludando a toda la mesa. Mi vista quedó pegada en su descaro.

-Hola Edmund. –Dijeron Alex y Alison al mismo tiempo algo cohibidas. Me paré rápido de la silla.

-¿Qué pasa Lott? –Me preguntó Bethany.

-Seme quitó el apetito. –saqué mi bandeja de la mesa y me retiré. Era bastante obvio que Cooper había ido hasta ahí con el único fin de molestarme. Porque a Ryan lo podía saludar en cualquier momento. ¿Acaso no tenía más cosas que hacer? ¿Le divertía tanto molestarme?

Su pequeña entrada me dejó furiosa hasta la penúltima hora, donde en gimnasia se me pasó un poco al sentir culpa por la pobre muchacha que había golpeado la única vez que tuve que sacar en voleibol, por cierto, la gimnasia, no era mi fuerte.

No sabía si Melody me acompañaría nuevamente a la hora de mi castigo. Aunque se lo agradecería, no sería lo suficientemente descarada para pedirle que lo hiciera. Lo que sí no esperaba era que Cooper se apareciera, y al decir verdad preferiría eso, ha estar viéndolo durante casi dos horas enteras.

Por eso mi sorpresa fue tan grande cuando iba entrando tranquilamente a la cafetería cuando me encuentro a Cooper charlando animadamente con otra señora de la limpieza.

-¿Qué haces que aquí? –pregunté sin poder creer lo que veía.

-¿Qué crees que hago? También estoy castigado. –No podía ser cierto, algo estaba ocultando.---¿En qué estábamos? –le pregunté a la señora con quien estaba conversando cuando entré.

-Me estabas contando lo arrepentido que te sentías. –decía la señora enternecida por la falsa historia que suponía que le contaba. Encantada por el malvado y engreído muchacho.

-Señora… -le hablé y me fulminó con la mirada, quedé helada, ¿qué mentiras le habrá dicho de mí? De seguro, lo peor.

-¡Charlotee! –escuché la voz de Melody llamándome.

-¡Melody! –me acerqué a ella.

-¿A si que el niñito se dignó a venir? –me preguntó luego de que nos saludáramos.

-Al parecer, pero no sé que le estará contando a la señora de allá que antes casi me asesina con la mirada. –dije mirándolos.

-No te preocupes querida, por lo que les he escuchado antes, el niño le contó lo del castigo, dejándote como la malvada bruja, pero no le tomes peso a eso, ahora estaba excusándose por su falta de ayer, mintiendo, aunque déjame confesarte Charlotte que actúa muy bien, casi me lo creí. –Claro, de seguro necesita que alguien lo respalde por si la directora Campbell pregunta. ¡Qué sinvergüenza!

-Lamento algo que voy a contarte…

-¿Qué cosa? –pregunté con curiosidad.

-Tengo que llevar a mi hija al ortodontista, ya sabes, por los aparatos.

-¡Oh! Claro, no te preocupes, anda tranquila.

-Los artículos de aseo están en ese estante de allá. –me dijo apuntando un viejo estante de color blanco desvaído.

-Ok, anda tranquila.

-Bueno, ¡suerte! –me dijo yéndose.

Tomé una buena bocanada de aire para luego ir hacia donde estaba Cooper.

-Enserio, se ve de 25… -dijo alagándola.

-Ehm. –traté de captar su atención interrumpiendo la risa de la señora. –Cooper. –dije en el tono más prudente que pude.

-¿Si? –preguntó extrañado por mi repentina amabilidad, creo.

-¿Te parece si empezamos?

-Bueno…. –dijo en el mismo tono que antes.

-¿Estás seguro de que no quieres que te ayude? –dio a entender que la oferta no era abierta a más público, me refiero, no para mí.

-Sí, señora Taylor, no se preocupe.

-Dígame Amanda por favor.

-Amanda, muchas gracias por su preocupación pero no será necesaria. –dijo extremadamente caballero, ¿Cómo podía fingir tan bien?

-Bueno, pero no te esfuerces mucho.

-Lo intentaré. –dijo dramatizando. Rodeé los ojos.

Caminé hacia el estante para sacar los útiles de aseo sintiendo sus pasos atrás siguiéndome.

-¿Se puede saber a qué se debe el honor de tenerte aquí presente? –le pregunté pasándole un trapero y un lustra pisos.

-Ya te dije, vengo a cumplir mi castigo. –dijo encogiéndose de hombros haciéndose el inocente. Solté una risa seca.

-Sí, claro. –bufé.

-Ahora, ¿puedo preguntarte algo? –me dijo luego de un buen rato en silencio.

-Cómo quieras. -¿Qué podría querer saber de mí?

-¿Por qué te fuiste a la hora que llegué en el almuerzo? –me reí de su pregunta.

-¿Acaso no es obvio? U intención era molestarme y lo conseguiste, te felicito. –dije tajante. Se rió.

-¿De qué te ríes? –pregunté molesta.

-No eres más que una niñita encaprichada e inmadura.

-¡¿PERDÓN?! –Dije indignada soltando el trapo que estaba usando para limpiar las últimas mesas que quedaban. Y poniéndome más cerca de él.

-Que eres una niñita encaprichada e inmadura, ¿o acaso ahora eres sorda también? –dijo repitiendo la frase que había usado con él la vez anterior.

-Oye tú, no vuelvas a decirme eso. –dije poniéndole un dedo encima. –Tú eres el inmaduro que se pudo a molestar a un niño más pequeño y ahora a mí por pura diversión. ¿O me equivoco?

-Ves. Siempre a la defensiva y pensando que el mundo gira en torno a ti.

-¿De qué hablas? ¿Sabes? Creo que el trabajo te ocasionó un daño al cerebro ya que estás hablando puras incoherencias bien estúpida. –dije yendo a la cocina a lavar los platos que quedaban, más furiosa que nunca. Al parecer me estaba siguiendo el paso.

-Tal vez sea cierto.

-Lo sé, hablas puras estupideces.

-No me refería a eso. –gruñó. Agarré la manguera del fregadero para empezar a lavar.

-¿Entonces a qué? –lo miré desafiante.

-Tal vez sí me guste molestarte. –me dijo burlón sonriendo por un lado.

-Y tal vez no te guste esto. –dije mojándole los pantalones con la manguera, justo en la entrepierna.

-No sabes con quien te estás metiendo.

-¿Ah no? –le pregunté divertida.

-No, para nada. –en ese momento mis pies dejaron de tocar el suelo y fui levantada por sus fuertes brazos tan rápido que no me dio tiempo para pestañear y sin tal esfuerzo como si fuera una pluma. Me cargó como si fuese un saco de papas y agarró la manguera mojándome el cabello que estaba tomado en una desordenada coleta.

-¡Bájame! –grité.

-¡Discúlpate! –me exigió divertido.

-¡Jamás! –y lo mordí. Me tuvo que soltar. Caí al suelo mientras él se agarraba la muñeca con una mueca de dolor, aproveché su momento de debilidad y corrí hacia la manguera antes que él.

-¡Ahora discúlpate por haberme dicho que era una niñita encaprichada e inmadura! –le dije corta de aire mientras con las dos manos sujetadas a la manguera lo apuntaba como si esta fuera un arma.

-Siento… -comenzó. –Que te hayas creído que ganarías tan fácilmente.

-¿Ah? –no puedo describir con palabras cómo llegó a sacarme la manguera, a agarrarme de la cintura con uno de sus brazos y a apuntarme con la manguera con el otro en menos de 10 segundos. Esperen un momento, ¿POR QUÉ RAYOS ME AGARRABA DE LA CINTURA? Ambos respirábamos entrecortadamente. Volvió a sonreír hacia el lado.

-Te dije que no sabías con quien te metías.

Abrí la boca sin saber que decir, no iba a disculparme, jamás. Estaba entre la espada y la pared.

-¡EDDIE! –escuché la voz chillona de Rebecca, la capitana del equipo de animadoras. Abrí mis ojos como sapo. E intenté librarme del brazo que Cooper seguía teniendo pegado a mi cintura.

-Rebecca, ¿qué haces acá? –dijo sorprendido haciendo que sus cejas casi se juntaran.

-Puedes responderme qué haces acá y tan pegado a ella. –en ese instante se dio cuenta y me liberó. Mi piel tomó una cierta sensación al perder el contacto con la suya, pero en ese momento no le tomé importancia.

-Estoy castigado y ¿Qué haces acá?

-Bueno estaba… ya sabes yo… ¿Y por qué estaban tan pegados? –gritó cómo una niña consentida.

-¿No me digas que estás celosa? –le preguntó arqueando una ceja. Claro, sería algo más que ridículo que Rebecca Woods.

-¿De ella? O sea, ¡nunca*!

-Entonces, ¿de qué te preocupas? –dijo ya muy cerca de ella.

-Es que no respondías a mis mensajes y como Tiffany está con Raymond –decía con voz empalagosa, rodeé los ojos. –me sentía tan solita sin mi Eddie. –jugaba con la cadena que Cooper llevaba puesta.

-Mph –llamé su atención, Rebecca me fulminó con la mirada. Era mi idea o ¿hoy era el día de fulminar con la mirada a Charlotte Copperfield? Porque no me hubiera molestado que alguien me lo hubiera dicho con anticipación.

-Disculpa pero, Eddie –no aguanté la oportunidad de molestarlo con el sobrenombre que ella había usado. –y yo debemos terminar de limpiar, si no te importa, claro.

-Claro que no. –se notaba que pensaba lo contrario, luego le sonrió con coquetería. –Eddie y yo podemos juntarnos más tarde, ¿no? –fue demasiado provocativa para mi gusto. Claro, eso no me importaba.

-Eh, la verdad es que no Rebecca, al terminar de limpiar, tengo que estudiar Estadística y… Por favor deja de decirme Eddie. –dijo esto último fastidiado.

-Bueno, nos juntaremos otro día. –dijo algo molesta por la negativa, no esperando alguna respuesta de parte de él.

Se fue marcando cada paso como una modelo haciendo sonar sus grandes tacones.

-Hmph. –bufé.

-¿Qué? –me preguntó mientras retomábamos nuestros útiles, terminando de hacer la limpieza.

-Deberías aprender a controlar a tu noviecita, Eddie. –me reí al último.

-Muy graciosita Copperfield. –dijo sarcástico.

-Hablo enserio, la próxima vez, me sacará los ojos con sus uñas postizas. –fingí sonar preocupada. –Ay, no. Me equivoqué, se estropeará la manicure. –me corregí mientras él limpiaba lo que habíamos estropeado, con nuestra “batalla” y yo terminaba con los platos.

-¿La próxima vez? –me preguntó con una sonrisa burlona en el rostro. Me sonrojé estúpidamente.

-M-me refiero a que, esto, yo… -¡¿Por qué demonios estaba tan nerviosa?

-No te preocupes –me dijo al oído y la piel de mi cuello se me puso de gallina. –descubrí que te fastidio mucha más viviendo aquí que ausentándome.-luego dejó la escoba en un rincón.

-¿Ah? ¡No! –y me di vuelta para decirle algo, aunque no tenía idea de que diría, lo diría, no me podía quedar con los brazos cruzados.

-Nos vemos mañana. –dijo alejándose.

-¡Cooper! –grité furiosa y pude haber jurado que se fue riendo. ¡Argh! ¡Qué coraje!

6 comentarios:

Anónimo dijo...

maaaaili me encaantaa :B deja de cambiaar tanto los fondoos jaja me mareoo jeje :D le aaaamo! ( ya sabes quien soy)

Fernii D.F. dijo...

:O me encaaantoooooooo!!:)

Consuelo dijo...

Ediie wajajaja q risa...EMMA no entiendo quien es Bailey bueno eso un besote y sigue asi q estamuy buena...cuidate ..bye!

Emma dijo...

Grachis por los comentarios :B
Conchi, Bailey es la madre de los Thorton, los chicoss que cuida Charlotte de vez en cuando. Si quieres saber más detalles dirígase al capítulo I hahaha
besos a tod@s!!

Luliisland dijo...

Isi!! muy buen capítulo. Hacía tiempo que no leía, estoy un poco atrasada, pero, ya me queda menos para estar al corriente.

Un beso grande!! nos estamos hablando :)

paula dijo...

me encanta, cada vez me quedo pegada aun mas en tu historia. me encanto en capitulo, sobre todo a EDMUND COOPER, no mucho rebecca (odio a ese tipo de chicas), eres una genio por haber inventado una historia asi.besos