Breve Reseña

Una historia que tiene como protagonistas a Charlotte Copperfield y a Edmund Cooper que comparten un sentimiento mutuo, el odio. Ambos se enfrentarán a una serie de situaciones que solo podrán resolver juntos. ¿Podrán aceptar sus diferencias y sus rivalidades?

miércoles, 20 de octubre de 2010

Capítulo 5: El Trato Parte IV

Sí sé, sí sé, Sí sé, sí sé, Sí sé, sí sé, Sí sé, sí sé, Sí sé, sí sé, Sí sé, sí sé, que es muy cortito pero bueno, no he tenido mucho tiempo para Charlotte y Edmund, espero que me perdonen pero me alegra decirles que creo que les gustará bastante este mini trozito del capi :)
Este capi es dedicado a mi amiga Luciana de Argentina (:
besos a todos y a todas
PD: recuerden que no odio los comentarios ;)
PDD: si les gusta mi historia no duden en reconmendarla si es posible jiji

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Se quedó pegado mirándome. Luego me di cuenta que esperaba alguna reacción mía.

-Dispara. –dije tal vez demasiado seria.

-No sé si te has dado cuenta Copperfield pero nuestros padres quieren que nosotros…

-Sí, me he dado cuenta, no entremos en detalles por favor porque la sola idea de que su “deseo” se cumpliera me… me…

-¿Repugna? –intentó acertar.

-Bueno, es más refinado que decir “me hace vomitar”… -podría jurar que rió luego de lo que dije.

-A lo que iba, ¿qué te parece si tú y yo fingimos ser novios…?

-¿Acaso no acabas de oír lo que dije hace un instante? –dije molesta, aunque mi voz no sonó molesta precisamente.

-¿Puedes dejar que termine de hablar? –me pidió y yo asentí callada.

-¿No crees que si salimos juntos y nuestros padres nos ven felices nos dejarán tranquilos? –me dijo. Lo consideré un momento. Tenía razón. Nuestros padres nos dejarían tranquilos, y estarían felices. Total, habría que fingir solo delante de ellos.

-Sí, tienes razón. –Pues vaya que sonó raro. –Pues es demasiado obvio que nosotros jamás nos llevaremos bien entonces…

-Tienes razón. No hay ninguna manera de que nos llevemos bien –me molestó que su comentario me molestara, más de lo debido. –y menos de ser novios.

Eso no me tenía que importar. ¿Cierto? Eso no me tenía que influir. ¿Cierto? Eso no me tenía que doler. ¿Cierto? ¿Entonces por qué me importaba, influía y dolía tanto?

Me desabroché el cinturón de seguridad y salí de la camioneta, caminando hacia mi casa. Sentía los ojos humedecidos con decepción y rabia.

-¡Hey, aguarda! –gritó desde atrás. Escuché su respiración algo agitada cada vez más cerca.

-¿Qué? –pregunté cerrando los ojos. -¿Te preocupa qué le diré a John? Pues no lo hagas, le diré que lo pasamos excelente. Ahora, puedes irte.

-Abre los ojos. –me dijo con las manos en mis hombros. Abrí los ojos. No esperaba tenerlo a esa distancia.

-¿Qué quieres? –pregunté con dificultad.

-Te acompaño hasta la puerta, ¿no ves? –me dijo con su sonrisa torcida. Y me tomó de la mano. Me costó mucho adaptarme a la sensación de su mano junto a la mía, de hecho no me pude adaptar del todo. Esa corriente tan extraña, tan escalofriante y deliciosa al mismo tiempo me tenía asombrada y nerviosa, en especial nerviosa.

Caminamos hasta la puerta y luego de que Cooper tocara el timbre me dio un apretón suave con la mano. Lo miré dudosa.

-Sonríe. –cierto. Sonríe Charlotte.

Traté de sonreír lo más normal que pude pero en vez de eso una horrorosa mueca me salió. Cooper se volvió a reír.

John abrió la puerta.

-Hola chicos, llegaron más temprano. –papá dijo decepcionado. Decepcionado hasta que volvió la vista hacia las manos de Cooper y las mías unidas. Tal vez quiso ocultarlo pero no pudo omitir una desbordante sonrisa.

-Hola papá. –lo saludé. Avergonzada de que me mirara con esos ojos.

-Hola señor.

-Veo que lo han pasado muy bien esta noche. –no sabes cuánto.

-Sí, señor –respondió Cooper con una sonrisa, ¿cómo era tan buen actor?

Silencio.

Un incómodo silencio.

Miré a John con una expresión de ¡vete ahora!

-Bueno, yo… dejaré que se despidan. -seguía sonriente como el sol mientras se despedía.

-Buenas noches. –se despidió Cooper. Al acabarse el rastro de John solté inmediatamente su mano.

-Adiós, Cooper. –me despedí sin mirarlo a la cara queriendo entrar lo antes posible a mi casa e irme a mi habitación.

-Adiós, novia. –me agarró de la muñeca, me dio vuelta y me besó en la mejilla, tan rápido que ni me dio tiempo de cerrar los ojos.

-Que tengas dulces sueños. –me susurró.

Aunque me quedé sin ni una partícula de aire, por lo menos, no me desmayé.

martes, 12 de octubre de 2010

Capítulo 5: El Trato Parte III

Holasssssss!! ¿Cómo están? espero que muy bien. Hoy día les dejaré una parte del quinto capítulo, espero que les agrade. Este es dedicado a gaby, que le mando besitos y le agradesco enormemente por seguirme y comentarme.
Obviamente dejo un gran saludo a todas las demás seguidoras que también me hacen feliz cada vez que se meten a mi blog,
xoxo a todas !!

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-Ok… -respondí sin entender su comportamiento.

-¿Son novios? –preguntó de pronto Jesse sin creérselo mucho.

-¡No! –grité nerviosa, al mismo tiempo que Cooper habló.

-Sí. –había dicho.

-¿Q-qué? No. ¡No! Jesse el y yo… -¿qué papel reciclado decía Cooper?

-No te preocupes Charlotte, lo comprendo. –dijo despidiéndose.

-P-pero yo, yo… ¡Argh! ¡Tarado! –le grité mientras me subía al Toyota enfurruñada, como una niñita de 5 años a la que no quisieron llevar a Disney World. Luego Cooper se subió y aunque lo menos que quería era verle el rostro podría jurar que sonreía plácidamente.

No me podía sacar la rabia que tenía. No iba a ser la primera en romper el silencio. Me mordería la lengua hasta que sangrara si fuera necesario. Pero no hablaría. No.

Lamentablemente…

No pude no hablar.

-¿Qué –Charlotte contrólate. Respira hondo. Inhala. Exhala. –¿Qué demonios pasó allá afuera?

-¿Pasó algo? Porque si así fue, no lo recuerdo. –trató de ocultar su sonrisa, pero no le fue tan fácil.

Ok. Este niñito se tragaba TODA mi paciencia. –Eso de que éramos novios, ¿lo recuerdas?

-Ah, eso. –dijo con toda naturalidad. -¿Algún problema?

¿QUÉ SI HABÍA ALGÚN PROBLEMA?

-Tú, amigo, tienes un severo problema. –le dije muy enfadada, pero él, él, ¡él se reía!

-Deja de reírte.

-Lo siento, pero te ves muy cómica enfadada. Pareces una niñita malcriada de 4 años. –dijo entre risas.

-Pues si te parezco tan cómica y niñita malcriada, ¿por qué me invitaste? –Estaba furiosa.

-Vaya, te creía más lista.

-¿Más lista? Te juro, que no te entiendo ni una palabra.

-Creí que eras lo suficientemente lista como para comprender el por qué te había invitado.

-Cooper, ¿podrías hablar claro por una vez en tu vida? –ya era suficiente de tantos rodeos.

-Verás Copperfield. Ayer Charles me llamó a su escritorio –este chico no entendía el concepto de “hablar claro” –Normalmente no es tan serio en lo que se refiere a nuestra comunicación por lo que me sorprendió su actitud… y su petición.

-¿Petición?

-Petición o favor… como quieras llamarle. Me dijo que si por “casualidad” tenía planes para el viernes. Bueno, luego de contarle acerca de la fiesta me preguntó por “casualidad” si tú ibas. -¿yo? –para resumir, me incitó a invitarte. Esa es la razón por la que te invité a la fiesta de Adam.

-Entonces… todo esto fue por, por tu padre. –no era una pregunta.

-Claro, ¿por qué más lo haría? –A sí que había sido todo idea de Charles. Claro, como si Edmund Cooper me invitaría a salir sin ninguna lógica explicación.

-Y ¿eso acerca de un trato? ¿y lo de ser tu…novia? –mi enojo y… decepción me inundaban de la cabeza a los pies y no sabía cuál de los dos era peor.

-Bueno yo quería proponerte algo. –me dijo estacionando la camioneta en mi casa.

domingo, 3 de octubre de 2010

Capítulo 5: El Trato Parte II

Dedicado para Belu!!!!!!!!! CON mucho amor !! jajja te qro pava !!
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-Bueno, aquí va. Charlotte Copperfield, ¿quieres fingir ser mi novia?

Y entonces lo último que sentí fue el olor de la salsa de tomate.

-Copperfield. Copperfield. ¿Puedes escucharme? –Me sentía incomoda. Muy mareada aparte de que me dolía la nuca; sentía olor a tomate por todas partes y sentía un brazo sujetándome de la cintura y de la cabeza.

Abrí los ojos.

-¡Suéltame! –grité cuando me acordé con quien estaba y supe quien me sujetaba. Cooper comenzó a reírse.

-¡Déjate de reírte y suéltame!

-Ok, ok. Pero deja de sacudirte como salmón salido del agua. –me soltó delicadamente hasta que por fin mis pies volvieron a tocar el suelo.

-¿Q-Qué demonios pasó? –pregunté viendo mis manos bañadas en salsa de tomate. Respiró hondo y luego me pasó una polera vieja para limpiarme las manos.

-Para partir, te desmayaste y antes de que calleras al suelo te sostuve. –hice una mueca. –Bueno, igual alcanzaste a darte un porrazo en la cabeza. –eso explicaba el dolor, presioné un poco los dedos contra mi nuca e hice una mueca

al sentir un dolor punzante en la cabeza. Cooper volvió a reírse bajo.

-Claro, todo esto luego de pedirte que fueras mi novia. –pudo haber empezado por esa parte. Qué humillación. Desmayarme justo después de… eso.

-Respecto a eso… quiero que sepas que yo no perdí la conciencia por lo que me… propusis-dijiste. –le aclaré. –Claro que no. –esa aclaración no sé si fue más para él… o para mí.

-¿Ah no? –dijo con la sonrisa torcida acercándose.

-Claro que no. –dije apretando los puños para aguantarme. Pompones, ¿dónde estaba esa bolsa de salsa de tomate? Ah, ya entendí por qué mis manos habían estado cubiertas de salsa. Sentía los agitados latidos de mi corazón en cada partícula de mi cuerpo.

-No es como si tú me pusieras nerviosa o algo. –intenté no titubear mientras mentía horrendamente.

-¿Enserio? Porque yo te veo algo nerviosa. –No por favor, que no se acercara más.

-Qué raro. Debes ir al oculista.

-No necesito ir al oculista para que me confirme que veo excelente. –muñecos de trapo, ya tenía la carne de gallina y no podía despegar la mirada de sus labios.

En eso se abrió la puerta.

Ambos desviamos la mirada al chico que había acierto la puerta. Era Stephan, mi ex compañero de clase, se había quedado repitiendo curso, era su tercer año consecutivo en primer año. Para lo que no sabía qué esperar era su reacción.

Pero por supuesto, no era lo que esperaba.

Dejó su chaleco pasado a cerveza al lado de Cooper y sacó una chaqueta azul que estaba a mi derecha. Luego cerró la puerta del armario como si no hubiera visto nada. Volví mi vista a Cooper y salí del armario.

¿Es mi idea o había estado a punto de besar a Cooper? ¿A Edmund Cooper? PERO, ¿QUÉ DEMONIOS TENÍA EN LA CABEZA? ¿BRÓCOLIS O CALCETINES A CASO? Caminé hacia, cualquier parte, hacia una salida, cualquier salida. Volví a salir de la casa, caminé hasta el Toyota de Cooper y me senté sobre la acera apoyándome de la parte trasera de la ridículamente espectacular camioneta.

Suspiré.

Ay, ¿qué estaba ocurriendo conmigo? Me lamentaba abrazando mis rodillas.

-Hey, ¿estás bien? –sentí a alguien preguntarme mientras me tocaba el hombro.

-¡AHH! –grité espantada luego de darle una cachetada a… alguien.

-Oh por Dios, lo siento. –dije espantada después de ver que le había pegado a un chico una enorme bofetada.

-Tienes una buena mano, ¿sabes? –por suerte no estaba enfadado.

-Lo siento. ¿Te duele mucho?

-No, estoy bien. ¿Y tú? -¿Por qué me preguntaba a mí, si yo le había golpeado?

-¿Yo? Eh, sí. Bueno, ayer choqué con una pared y me dejé un chichón en la frente. Pero ya se fue, y el golpe que me di en la cabeza no fue tan g

rave. –se rió. –Lo siento, creo que no te referías eso, ¿no?

-Eres graciosa. Y no, no me refería a eso. –y yo contándole mi vida… -pero antes, -se interrumpió –soy Jesse.

-Charlotte. –me presenté.

-Charlotte. –repitió.

-Charlotte. –dijo Cooper. ¿Cooper? ¡Cooper! Apareció de la nada asustándome.

-¿Vamos? –me dijo. O era mi idea, o Cooper estaba molesta. Muy molesto. No comprendía el por qué miraba asesinamente a Jesse.

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Foto de Jesse