Capítulo 6: Inmadurez Parte I

¡Hola! Este capítulo será muy bueno para todas (eso creo) ya que será casi de niños, "Inmadurez" con eso ya dice bastante, ¿no? Bueno, espero que les guste esta primera parte que va dedicada a cada persona que visita este blog en algún punto del planeta.

Besos,
cuidense !

*******************************************************

No me iba a hacer lo mismo que en la fiesta de Adam. ¿Dejándome aburrida como una ostra otra vez? No señor. Debía de hacer algo. Lo que fuera. Aparte, todavía me tenía que vengar de él; él no podía ser el único que jugara conmigo… y mis sentimientos o lo que fuera que había sentido pero… no importa. Yo también podía jugar con fuego.

Salí a donde estaban las bebidas y me serví un vaso de Sprite y le coloqué un poco de sal para que se fuera el gas y así pasaría por algún trago.

Me puse muy cerca de donde estaba Cooper y Rebecca y comencé a beber de mi bebida encubierta asegurándome de que Cooper me estaba viendo. Luego dejé el vaso por ahí y me puse a bailar con un chico que estaba ahí, al lado de mi supuesto novio. Sin haber bailado mucho antes, mi cuerpo se acomodó fácilmente al rito de la música para mi sorpresa, y sin darme cuenta estaba bailando. Esto era obviamente algo que no había hecho y pude ver como a Cooper se le salían los ojos del rostro, así que sonreí provocativamente. Al parecer Cooper no dio más porque vino directo a separarme de aquel chico cuyo nombre nunca supe.

- ¿Se puede saber a qué estás jugando? –masculló.

-Estoy divirtiéndome. ¿No me ves? –le dije cortante. Cooper vaciló y luego me tomó la muñeca y me arrastró hacia afuera de la casa de Ryan. Me reí como me acordaba que lo hacían las chicas borrachas en las películas.

- ¿Y?

- ¿Y qué?

- ¿Fumaste algo? ¿Tomaste mucho?

-Mmm… déjame recordar…- ¡Esto estaba de pelos! Cooper estaba enfadadísimo. –Creo que tomé algo de…no sé, sabía raro. –dije inocentemente.

-Demonios, Copperfield bebiste demasiado. ¿Qué diablos tenías en la cabeza? –dijo realmente enojado.

- ¿Ya has terminado con tu sermón? ¡Quiero ir a la fiesta y seguir bailando! –dije yéndome a la entrada de la casa.

-Copperfield. –me detuvo agarrándome de la cintura.

-Bueno, si quieres que me quede aquí contigo… -le dije lentamente abrazándolo del cuello. No pude estar muy segura pero podría asegurar que lo vi algo nervioso.

-Copperfield… -dijo sacudiendo levemente la cabeza como si se estuviera controlado.

-Dime. –le dije más cerca, sin apartar la vista de sus labios.

-Hora de irnos. –dijo dando media vuelta en dirección a donde había estacionado el auto.

Pero no lo seguí.

- ¿Y por qué habría de hacerte caso? –esto no había ni empezado.

-Porque no estás en condiciones de tomar decisiones sola, -me respondió. –aparte, no dejaré que te expongas así delante de todos. –acerca de la última frase no pude estar muy segura porque habló demasiado bajo y rápido.

Me reí.

-Y si no te hago caso… ¿qué harás?

-Puedo obligarte. –dijo colocándome un mechón de pelo detrás de mi oreja. Mi corazón comenzó a latir frenéticamente.

-Mira como tiemblo. –quise burlarme, pero a decir verdad, mis rodillas casi ni podían sostenerse. Rogué que no pensara lo literal que en verdad era.

-Pues deberías. –dijo sonriendo. De pronto mis pies dejaron de tocar el suelo.

- ¡Suéltame! -reprochaba mientras Cooper me tenía cargada como saco de papas.

Me llevó así hasta que llegamos a su vehículo, me depositó en el asiento de copiloto y me puso el cinturón. Antes de subirse él al auto respiró profundo unas cuantas veces. Cuando ya estuvimos andando cambié la estación de radio y me puse a bailar despreocupada y exageradamente. Luego cuando empezó a sonar la canción “My first Kiss” empecé a cantar la canción a todo dar, entre risas luego de lanzarle los besos a Cooper cuando cantaba Ke$ha. Total, había que sacarle provecho a todo con tal de molestarlo, ¿no?

A menos de una cuadra de mi casa Cooper estacionó la camioneta bruscamente en la vereda. Me miró fijamente. Todo comenzó a dar vueltas, menos él.

-Copperfield, necesito que seas prudente. –me pidió serio. ¿Por qué de pronto sus ojos tenían un tono de preocupación? No. Charlotte, no puedes perder ante él, menos sin que él supiera acerca del juego.

-Déjame ver qué puedo hacer. –dije inocentemente mirando hacia otro lado indiferentemente.

Dio un gran suspiro. Y volvió a conducir hasta estacionarse en mi casa.

- ¿Qué haré contigo Copperfield?

-Podrías llevarme de vuelta a la fiesta. –le sugerí son el mismo tono inocente mientras intentaba imitar su mirada hipnotizadora, que claro, sabía de seguro que no tendría el mismo éxito que solía tener la suya.

-Sí, claro. –dijo con sarcasmo. Luego salió de la camioneta y me abrió la puerta.

-Pues tendrás que hacerlo, porque yo no me moveré de acá. –refunfuñé como una niña pequeña y caprichosa.

-Si así pones las cosas. –dijo encogiéndose de hombros luego de meditar un segundo.

Por alguna extraña razón a Cooper le había dado por cargarme porque apenas tuve tiempo de pestañear y ya estaba entre sus brazos, pero en vez de ser un saco de papas, esta vez era un bebe ya que me encontraba casi acunada en sus brazos. No sé cómo cargó cincuenta y cuatro kilos haciendo el mismo esfuerzo de cargar tres kilos de azúcar.

- ¿Por qué no me sueltas ya? –reclamé casi gritando.

-No eres capaz de caminar en línea recta sin tropezarte en buen estado, imagina cómo o qué pasaría si caminas hasta allá en este estado, aparte, te negabas a bajarte del auto.

Ignoré el insulto entre sus palabras y torcí las cosas a mi favor.

- ¿Preocupándote de mí Cooper? –le dije intentando nuevamente su mirada y sonar algo juguetona. Aunque algo ruborizado/avergonzado mi “novio” intento ocultarlo son una de esas sonrisas que no debieran ser legales.

-Qué bueno que no recordarás nada mañana. –Ah no.

- ¿Recordar qué? ¿Lo nervioso que te estoy poniendo, Cooper? –Esto era cada vez más entretenido. Pero en vez de reaccionar con alguna broma o a la defensa, me miró a los ojos tan profundamente que por un segundo creí que podía leer mis pensamientos, incluso, saber lo tonta e inmadura que estaba siendo al engañarlo de esa forma. Se limitó a reír bajo y a depositarme suavemente en el suelo de mi entrada.

Esto era tan injusto. Justo cuando creí que por fin me salía con la mía, él me dejaba a mí sin aliento, él me ganaba en un juego que ni sabía su existencia.

Sin saber muy bien que hacía, tenía que aprovechar los últimos segundos de tortura, ya que no volvería a hacer semejante estupidez otra vez, así que sin quitar la vista de sus labios ya que no era lo suficientemente valiente como para mirarle a los ojos aparte de que esa opción era más que imposible debido a que mis ojos parecían estar petrificados en sus labios. Me mordí el labio y sonreí para recuperar un poco de confianza. Ponerlo tan nervioso como él me ponía a mí. Esa era mi meta. Molestarlo cómo él disfrutaba poniéndome furiosa. Ese era mi objetivo.

Pero jamás imaginé, y cuando digo jamás, digo…

JAMÁS imaginé que cuando me incliné de puntitas alargando mis brazos a su cuello, acercándome a lo que había tenido mi vista cautivada; Cooper, Edmund Cooper se me adelantara, para que mis pies dejaran de tocar el suelo por segunda vez en la noche, su brazo capturara mi cintura para acortar aún más la distancia entre nosotros y sus labios capturaran los míos en un beso.