Ok, les dejo un trozo pequeño, lo sé, pero no sabía como cortar las partes y quedó así, un beso!!
PD: Dedicado a Ferni!!!
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Inmediatamente me alejé de Cooper y empecé a caminar hacia la el pasillo, en la puerta de la habitación me detuve para esperarlo, detalle único y exclusivo para mis padres. Se había quedado parado con los ojos fuertemente apretados y con la mandíbula desencajada. Muchas veces me preguntaba esto, y al parecer, me iba a tener que acostumbrar. ¿Qué vacas demonios le pasaba a este sujeto?
-¿No vienes? –repetí. De pronto pareció que se acordó de que estaba ahí. Abrió los ojos y caminó hasta ubicarse a mi lado, sin ni una palabra. Sin ni una palabra bajamos las escaleras hasta el segundo piso, sin ni una palabra bajamos las escaleras al primer piso y sin ni una palabra entramos al salón.
-¿Y Charlotte? –me llamó Charles de una manera significativa.
-¿Si? –pregunté.
-¿Qué te pareció? –me preguntó con ese alegre y carismático aire que tenía.
-¿Qué me pareció qué? –pregunté lento sin entender. Charles se rió, pero John me miró con seriedad en los ojos.
-¿Edmund no te mostró la casa? –preguntó Meredith uniéndose a la risa de su marido pero luego lanzándole una mirada juguetona a Cooper.
-¡Ah, sí! Lo siento. –me disculpé avergonzada, me sentía tan estúpida al recordar que hace unos minutos estaba en un… “Cooper tour”
-Tienen una hermosa casa. –les felicité con una tímida sonrisa.
-Muchas gracias, querida. –me agradeció Meredith.
-¿Y Miranda? –preguntó Charles, mejor dicho, le preguntó a Cooper con los ojos y luego, claro, con las palabras.
-Iré a buscarla. –dijo parándose. Mary me miró con una significación que no pude descifrar, fruncí el seño, “anda” articuló con los labios.
-Permiso. –me levanté y apresuré el paso para seguirlo, pero cuando subí las primeras escaleras ya no estaba, y eso que fui rápido. Cuando iba a subir a las segundas escaleras una insoportablemente tentativa opción se me pasó por la cabeza. El misterio de la “habitación secreta” me comía por dentro. Lo pensé rápido, unos 30 segundos, y consideré que de seguro era la única oportunidad que tendría para entrar. Di pasos silenciosos pero apresurados hacia la misteriosa habitación y en el instante en que mi mano estaba girando la perilla, muy cuidadosamente sentí unas manos tersas cubrirme los ojos. Aunque sus manos estaban tibias, me helaron por completo.
-¿A dónde crees que vas? –me dijo al oído y la traicionera de mi piel de gallina se puso. Ok, si antes me estaba helada y lo encontraba patético, ahora que estaba hiperventilando, inmóvil, helada y con la piel de gallina, ¿qué me quedaba? No, mi dignidad no quedaría perdida en la nada.
-Emm, ¿no era esta la puerta al baño? –mentí terriblemente.
-Mmm, buen intento Copperfield, pero ¿acaso llegué a mostrarte los baños? –maldito bastardo sabelotodo, mejor dicho responde todo. Podía imaginármelo con una sonrisa en el rostro.
-Creo que no. –respondí rindiéndome.
-Entonces tendré que recordarte que a esta habitación, NO puedes entrar.
-Está bien. –dije entre dientes.
Esperaba a que sacara sus manos de mis ojos, pero no lo hacía.
-Ahora… ¿podemos bajar? Nos están esperando.
-Ah, claro. –dijo como si le hubiera cortado un pensamiento.
Bajamos las escaleras para ver a Miranda mirándonos con curiosidad.
-¿Vamos? –le preguntó dulcemente, jamás pensé usar ese adjetivo y a Cooper juntos en una oración, a su hermana.
Algo andaba extraño nuevamente, Miranda no se veía muy contenta al respecto de ir a cenar con todos, le rogaba algo a Cooper con los ojos pero no pude entender qué, tal vez no quería ir o… no sabía qué más podía ser.
-¿Qué sucede? –pregunté intentando ayudar.
-Miranda no quiere entrar. –respondió Cooper algo apenado.
-Es que Danny está muy solito. No sé lleva muy bien con osa Cookie y menos con Perrito Tommy. Me agaché para ayudar a su altura.
-¿Qué sucede? –repetí mirándola a los ojos y con la voz dulce. Agachó la cabeza.
-Oí que hay de postre… -intenté dejar el tono suelto para que Cooper me soplara, no pensé que lo haría pero lo hizo. Primera y última vez que me ayudaría, lo tenía claro.
-Pudín de vainilla. –susurró solo para que yo lo escuchara.
-Pudín de vainilla. –dije para alentarla a entrar subiendo una de mis cejas y con una sonrisa tentadora.
-Me gusta solo el de chocolate. –dijo.
-Miranda… -Cooper comenzó.
-¡Shh! –lo callé rápido. –ya veo. Entonces, ¿qué te parece si yo, Charlotte Copperfield me comprometo a traerte el viernes pudín de chocolate si entras conmigo al salón?
-Hey, no es necesario. –me dijo Cooper.
-Estoy hablando con Miranda. –le informé para luego darle una gran sonrisa a su hermana pequeña.
-¿Y? ¿Qué dices? –no respondía. -¿Sabes? Los Copperfield no muerden. –susurré y le guiñé un ojo. –la imagen de la tarde pasada en la cafetería cuando Cooper y yo luchamos y terminé mordiéndole la muñeca se me vino a la cabeza luego de decir eso. Sacudí mis pensamientos.
-Entonces… ¿nada de mordeduras? –preguntó dulcemente.
-No. –reí. Y Cooper me acompañó.
-¿Pudín de chocolate para mañana?
-Pudín de chocolate habrá. –respondí.
-Vamos entonces. –Cooper y yo sonreímos. En el momento en que me di cuenta de que ambos lo hacíamos paré.
Entramos al salón, luego me di cuenta de que estábamos en otro salón, uno decorado con tonos verdes claros y beige. Ni me había fijado por donde nos habíamos venido.
-¡Miranda! –dijo Meredith.
-John, Mary, esta es mi hija menor, la bella Miranda. –Charles avanzó hasta quedarse al lado de su hija por lo que me hice a un lado.
-Mucho gusto Miranda. –le saludó John.
-Encantada de conocerte preciosa. –le dijo Mary con una sonrisa. Miranda no abría la boca para hablar.
-Vamos nena, saluda. –le dijo Charles.
La miré y le di la mejor de mis sonrisas.
-Hola. –saludó y todos no relajamos y, obviamente, alegramos.
-Bueno, los invito a nuestro comedor. –dijo Meredith saliendo del salón verde al pasillo principal.
-¿Cuál comedor, amor? –Preguntó Charles. Claro, no me tuvo que sorprender el hecho de que tuvieron 2 o más comedores.
-El que mira al jardín del lado este. –la seguimos a paso lento.
-Por favor, siéntense. –dijo la dueña de casa.
Charles se pudo a la cabecera y Meredith a su izquierda. John a la derecha y Mary a su lado. Al lado de Meredith estaba Miranda y luego, a su lado, y, al frente mío, Cooper.
De entrada hubo fondue de 4 quesos. No era que no fuera una amante del queso, porque lo era, pero mi estómago se encontraba extrañamente sin apetito. Apenas lo probé, y bueno, lo hice más por educación que por placer. De plato de fondo hubo rosbif con papas salteadas al romero y diversas ensaladas.
Comimos entre las risas y las conversaciones de los adultos. No hablé, salvo cuando me preguntaban algo, lo cual no fue muy seguido. La comida estuvo realmente rica, y de postre hubo, pudín de vainilla.
Luego de la cena, los padres charlaron animadamente hasta que Miranda se quedó dormida en la mesa. Miramos la hora y eran las once de la noche. Nos despedimos y los Copperfield nos fuimos, por fin, a nuestra casa.
En el camino mis padres no paraban de comentar sobre la espléndida cena que habíamos tenido en la casa de los Cooper. John hablaba de la exquisita cena que tuvimos mientras que Mary comentaba sobre lo bien que estaba decorada la casa y sobre el jardín que estaba tan bien arreglado. Aunque charlaban sobre distintos temas, concordaban en que debíamos repetirlo, pero en nuestra casa.
Mi felicidad era máxima. Suspiré aliviada de por fin estar en casa cuando pude ver el estacionamiento que quedaba cerca a la entrada.
Antes de que mis padres comenzaran a preguntarme qué me había parecido la cena, la casa, alguna pregunta rebuscada sobre Cooper les dije que estaba muy cansada y que subiría a dormir inmediatamente. Esa noche me quedé más pensativa que las otras durante la semana. Odiaba todas las dudas que se me venían a la cabeza; ¿Qué había en la habitación secreta? ¿Por qué Miranda era tan tímida, y costó tanto llevarla al salón? ¿Por qué no me molestó? ¿Por qué Cooper no me preguntó acerca de mi ausencia en el castigo? ¿Por qué tenía aquella mirada, tan extraña, cuando estábamos en la habitación de sus padres? ¿Por qué mi piel, al tacto de la suya, se ponía de gallina? ¿Por qué lo hacía ahora, que lo recordaba?
Entre preguntas, una tras otra, di mi paso al mundo de los sueños.
Esa noche soñé algo realmente extraño, mejor dicho, de un modo extraño. Había escuchado y visto en algunas películas y series de televisión que la gente soñaba en blanco y negro, pero nunca lo había experimentado. Parecía que estaba en los años 50, vestida con trajes de la época y un infaltable collar de perlas sentada en un café de aspecto inglés tomando un té. De pronto llegaba Cooper vestido con un traje negro haciendo una reverencia y luciendo encantador, claro, los sueños distorsionan la realidad, yo sonreí y lo invité a sentarse junto a mí, en eso, llega Rebecca Woods muy bien arreglada y se acerca hasta nosotros caminando con sus grandes tacones. Al parecer en el sueño esta Charlotte le temía a esta Rebecca porque cuando dirigió su mirada a Charlotte, rayos, ¿por qué estoy hablando en 3ra persona? A mí y me dio algo de susto pero ella mostró dio una sonrisa malvada. Se acercó a Cooper y le agarró de su corbata para acercarlo a su rostro, me lanzó otra de esas terribles sonrisas y lo besó como si el mundo dependiese de ello. Pronto, el sueño fue tomando color, como, volviendo al presente, nuestros atuendos cambiaban, así como nuestros peinados y el entorno, que, ahora, era la cafetería de la escuela. Y antes de despertar me volvió a lanzar una mirada, pero esta vez como si cantara victoria, mientras seguía teniendo sus labios pegados a los de Cooper.
3 comentarios:
(L) qe tieeeeernito me fascino :D
¿Como puede decir q es tiernito? esa idiota de rebeccawoods es una biatch!!! lo pongo asi para q no suene tan feo jijiji...
Emma me encanto el capi!!!!
fantastico!
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